Pesquera de Ebro
09146 - Burgos
Las 5 Necrópolis
Necrópolis proviene del griego y su significado
sería como ciudad de los muertos, en nuestro
lenguaje se entiende por cementerio. El
Monasterio de San Justo y Pastor, donde
encontramos la primera necrópolis puramente
románica de la que se sacaron diversos ataúdes
de piedra. La segunda nos la encontramos en la
zona de Los Castreros, más propiamente en San
Vicente, donde además de existir estudios que lo
confirman, tenemos el relato de José Ignacio
Valdivielso que nos confirma: A mí me dijo mi
abuela que con las piedras de las casas de San
Vicente, se llevaron a Pesquera para hacer casas
y en la tierra del pozo mi tío Maxi plantó un
manzano y con el tiempo se secó y al arrancarlo
saco una calavera y desde aquel día ya no volvió
a cavar más en esa tierra y yo saque seis que
estaban enterrados en círculos y en el centro
había una piedra como un balón grande que
estaba tallada. La tercera estaría en la zona de
San Julián de la que no sabemos, por no saber ni
donde se localizaría físicamente, parece ser que
su esplendor fue muy volátil y debió de ser hasta
la finalización de la iglesia de San Sebastián.
La cuarta es la propia iglesia de San Sebastián,
donde bajos su suelo, que hoy aparece como
destrozado, se encontraban diferentes losas que
servían de expeditos mausoleos durante algunos
siglos. Con ocasión de la epidemia
experimentada en la Villa de Pasage, provincia de
Guipúzcoa, el año de mil setecientos ochenta y
uno, causada por el hedor intolerable que se
sentía en la Iglesia Parroquial de la multitud de
cadáveres enterrados en ella, Carlos III dictaba en
1787 la Real Cédula por la que prohibía las
inhumaciones en las iglesias salvo para los
prelados, patronos y religiosos que estipulaba el
Ritual Romano y la Novísima Recopilación.
Entre la mortandad de Pasajes de San Juan y la
orden del monarca ilustrado habían pasado seis
años intensos de debate sobre las consecuencias
que tenía para la salud de los vivos la arraigada
costumbre de enterrar a los muertos en las
iglesias, cuanto más cerca del altar mayor, mejor.
La creencia de que las reliquias de los santos
protegían a los difuntos y las imágenes sagradas
y los rituales allí celebrados les acercaban más al
cielo habían llenado las iglesias y sus alrededores
de enterramientos. Es indubitable que en
muchas de las Iglesias de nuestra Diócesis se
hace insufrible el mal olor que despiden los
cadáveres, lo que retrae a muchas gentes de la
concurrencia a sus parroquias y les precisa irse a
otros templos, en los que no son tan frecuentes
los entierros, señalaba el arzobispo de Valencia
Joaquín Company en una carta «A todos nuestros
curas párrocos y demás diocesanos» en 1806.Sin
embargo hasta el siglo XIX fue muy común el
seguir anclados en la antigua tradición. Así pues,
llegamos al siglo XIX en el cual ya el Torrejón está
bastante destartalado y abandonado, se supone,
acordaros que durante el siglo XVIII vino el
declive de su familia en Pesquera, y por ello,
vemos el cementerio actual, y la quinta
necrópolis, en sus aledaños, el actual cementerio.