Pesquera de Ebro 09146 - Burgos
Pesquera de Ebro
No es que seamos mucho de Halloween, nuestra generación no lo vivió, sin embargo debemos reconocer que las actuales si que lo festejan, lo nuestro era más al contrario, entrábamos en unas fechas de tinieblas y oscurantismo, pero debemos adaptarnos y aquí estamos para comenzar con una trilogía especial. En las noches de verano, nos juntábamos todos en la plaza, y había artistas especializados en contar las historias de miedo. A todos nos encantaban escucharlas aunque a todos nos atemorizaban, era una mezcolanza de sentimientos que en el fondo nos encantaba, no te cuento cuando había que ir a casa, ese instante era de sálvese el que pueda, a todo correr, y hay amigo si te tocaba ir solo, entonces parece que no tocabas el suelo. Julián era un artista contándolas, pero también aprovechábamos a los mayores a que nos contaran sus historias, recuerdo una que contaba mi abuela Amparo, dice que cogiendo el coche de línea para ir a Burgos, había que bajar a Quintanilla Escalada, el caso es que el autobús iba lleno, y el conductor le dijo al vecino, sube arriba que llevas compañía, en aquellos años 30-40 era normal el subirse al techo de los autobuses a hacer el viaje. El caso es que subió el vecino y lo que se encontró entre otros alamares, era un féretro. Vaya acompañante, pensó para sí, siguió el viaje y a eso de subir al páramo de Masa, se puso a llover, este al verse en ese brete, decidió abrir el ataúd, y vio que estaba vacío y nuevo, por lo que decidió protegerse dentro. El caso es que aquello estaba tan mullidito que se quedó dormido. En Quintanilla Sobresierra había otro pasajero, y el conductor le dijo al igual que al anterior, sube arriba que llevas compañía, y lo mismo que el otro, este pensó vaya humor que tiene este conductor. El caso es que llegando a Sotopalacios, el del ataúd despertó, abrió la tapa y preguntó en alto ¿Ha escampao? El otro al oír y ver tamaña aberración pegó un salto que se tiró del autobús.
Volver Volver
Pesquera de Ebro 09146 - Burgos
Volver Volver
No es que seamos mucho de Halloween, nuestra generación no lo vivió, sin embargo debemos reconocer que las actuales si que lo festejan, lo nuestro era más al contrario, entrábamos en unas fechas de tinieblas y oscurantismo, pero debemos adaptarnos y aquí estamos para comenzar con una trilogía especial. En las noches de verano, nos juntábamos todos en la plaza, y había artistas especializados en contar las historias de miedo. A todos nos encantaban escucharlas aunque a todos nos atemorizaban, era una mezcolanza de sentimientos que en el fondo nos encantaba, no te cuento cuando había que ir a casa, ese instante era de sálvese el que pueda, a todo correr, y hay amigo si te tocaba ir solo, entonces parece que no tocabas el suelo. Julián era un artista contándolas, pero también aprovechábamos a los mayores a que nos contaran sus historias, recuerdo una que contaba mi abuela Amparo, dice que cogiendo el coche de línea para ir a Burgos, había que bajar a Quintanilla Escalada, el caso es que el autobús iba lleno, y el conductor le dijo al vecino, sube arriba que llevas compañía, en aquellos años 30-40 era normal el subirse al techo de los autobuses a hacer el viaje. El caso es que subió el vecino y lo que se encontró entre otros alamares, era un féretro. Vaya acompañante, pensó para sí, siguió el viaje y a eso de subir al páramo de Masa, se puso a llover, este al verse en ese brete, decidió abrir el ataúd, y vio que estaba vacío y nuevo, por lo que decidió protegerse dentro. El caso es que aquello estaba tan mullidito que se quedó dormido. En Quintanilla Sobresierra había otro pasajero, y el conductor le dijo al igual que al anterior, sube arriba que llevas compañía, y lo mismo que el otro, este pensó vaya humor que tiene este conductor. El caso es que llegando a Sotopalacios, el del ataúd despertó, abrió la tapa y preguntó en alto ¿Ha escampao? El otro al oír y ver tamaña aberración pegó un salto que se tiró del autobús.